Expolición
Numeralia escalofriante
(O la punta del iceberg)
Amado Sanmartín Hernández
El regreso de pobladores desplazados a Guadalupe Victoria, comunidad mixe, apenas fue un respiro para el gobierno morenista de Oaxaca, pues aún queda mucha arena en la mina con conflictos parecidos y más graves todavía, con saldos de muchos muertos por choques armados.
El enfrentamiento entre comunidades por sus mojoneras y por la falta de seguridad para mantener el orden mientras encuentran soluciones, son casos muy difíciles que van quedando pendientes, entre ellos, el de Santa María Zaniza y Santiago Amoltepec, en la sierra sur, donde la última comunidad atraviesa crisis alimentaria y de salud y más de 2 mil alumnos sin clases al quedar incomunicada cuando sus vecinos les cortan el camino, situación que guardan desde hace dos meses, sin que el gobierno del Estado les haga una ruta alterna.
Por otra parte, el mismo conflicto se observa entre los poblados de Yosondúa y Yolotepec en la mixteca, otros dos poblados que han tenido enfrentamientos con resultados muy lamentables, y qué se puede decir de los pueblos triquis, donde parece que cada vez se ahonda la crisis, precisamente por el desplazamiento forzado y una diacronía de enfrentamientos sin paralelo.
Esta situación de las guerras por las mojoneras no son nuevas, pero el gobierno y los cacicazgos tampoco están interesados en acabar con los conflictos que han tenido un costo muy doloroso, pues son muchos los intereses por los cuales persisten, máxime cuando se trata de territorios ricos en recursos naturales y mineros. Con el regreso de las familias desplazadas de Guadalupe Victoria, el gobernador y su gabinetazo de tartufos pueden tomarse un respiro cuando el régimen atraviesa por momentos muy graves por la falta de credibilidad y la filípica triunfalista de ser un gobierno “como nunca” ha tenido Oaxaca y mejor que el de otros Estados, así sean morenistas; pero si a esta antología de engaños y promesas que cada vez reclaman su cumplimiento, se agrega la atención del régimen en la revocación de mandato y la elección muy adelantada para el relevo gubernamental, el aquelarre electoral no permitirá soluciones, al menos en este sexenio, a los conflictos ancestrales y de nuevo cuño, en este sexenio de gozonas, folklore y montañas de ocurrencias.
Por cierto, ya se apunta el “pirómano social” que está en la secretaría de gobierno, sus críticos dicen que ya hace proselitismo y suelta el billete, y que uno de sus asesores es nada menos que “el chacal de Chalcatongo”.
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ESTA visto que a la administración morenista de Oaxaca, le fascina columpiarse de los cuernos de la luna, o estar apareciendo continuamente en las marquesinas del planeta por una narrativa de un modelo insólito de gobernar en la historia de Oaxaca.
La algarabía por el regreso a Guadalupe Victoria y atestiguado por comisionados de Naciones Unidas, no duró mucho tiempo, pues otro suceso similar ocurría en La Mixteca donde el saldo había sido de dos muertos y dos detenidos entre las comunidades de Yosondúa y Yolotepec del distrito de Tlaxiaco. A los detenidos, el gobierno del Estado y la Fiscalía rápidamente le elaboraron un expediente para responsabilizarlos de los hechos.
Esta sospechosa rapidez con que se actuó para encontrar a los culpables de este desplazamiento interno, momentáneamente también sirvió al gobierno como cortina de humo para ocultar su incompetencia en la solución de otros conflictos, entre ellos, los de Santiago Amoltepec y Santa María Zaniza en la Sierra Sur del Estado.
Pero como si el regreso de los desplazados a Guadalupe Victoria hubiese sido un mal fario, simultáneamente sobre el gobierno del Estad se le vino una avalancha de acusaciones, de incidencias delictuosas que en muchos rubros de la administración pública ponen a Oaxaca en la punta del iceberg.
Y cuando el régimen morenista presume ecuménicamente de ser uno de los Estados mas seguros del país, ejecutan a la regidora Guadalupe Urban Ceballos del Ayuntamiento de San Juan Cacahuatepec, y acontecimientos similares al por mayor en el istmo de Tehuantepec, lo mismo que en las goteras de la capital del Estado, como acaba de ocurrir en Santa María Atzompa.
Esta vez no se sabe como el gobierno podrá ocultar esa numeralia de horror y muerte, de impunidad e inseguridad que han formulado organismos de la sociedad civil y autoridades federales, acerca del liderazgo que en el país ocupa Oaxaca en feminicidios, desapariciones forzadas, asesinato de autoridades municipales, ejecuciones y un desbordamiento criminal por todo el territorio oaxaqueño.
Ante estas evidencias habrá que esperar qué responde el gobierno, o seguirá negando la realidad de Oaxaca.
So long raza.