Visión Política
Peligrosa intromisión.
Por: Fernando Cruz López
En Oaxaca, los pueblos no son terreno de conquista ni botín de revancha. Son comunidades con historia, identidad y heridas propias, donde cada conflicto tiene raíces profundas que no se resuelven con discursos de ocasión ni con oportunismo político. Por eso resulta grave —y profundamente irresponsable— que actores ajenos, como Benjamín Robles y su esposa la diputada federal Maribel Martínez, pretendan hablar en nombre de comunidades que no conocen, manipulando su dolor y sus demandas para alimentar ambiciones personales.
Santiago Yosondua, en la región de Tlaxiaco, alzó la voz con dignidad. Su presidente municipal, Cristino Ramírez, y la presidenta de bienes comunales, Amada López, exigieron respeto y pusieron las cosas en su sitio: nadie puede arrogarse la representación de un pueblo que no lo eligió.
Aqui vale la pena destacar que detrás de cada intromisión disfrazada de “solidaridad”, suele esconderse un interés electoral o una vendetta política. Los pueblos no necesitan más intermediarios que los dividan o los usen, como Robles Montoya y esposa; necesitan aliados que escuchen y comprendan su realidad desde adentro, no desde el cálculo político.
Hace apenas unos días, fue Yolotepec quien lanzó la misma advertencia. No quieren que extraños —y menos que un ex senador que ni siquiera es oaxaqueño— los conviertan en piezas de un tablero político. Su reclamo no es aislado: es el reflejo de un hartazgo acumulado contra quienes aparecen en tiempos de conflicto solo para posar ante las cámaras y desaparecer cuando hay que reconstruir la paz.
La intromisión foránea en conflictos comunitarios no solo desestabiliza; puede incendiar viejas heridas y poner en riesgo la frágil armonía social que tanto cuesta mantener. Los pueblos de Oaxaca saben resolver sus diferencias con diálogo y acuerdos internos. Lo que no toleran es que desde fuera se siembre el caos para cosechar votos.
La lección es clara: quien no pertenece, que no pretenda dirigir; quien no sufre con el pueblo, que no hable en su nombre. Oaxaca ha pagado un precio demasiado alto por los intereses de quienes ven en los conflictos una oportunidad. Hoy, más que nunca, los pueblos necesitan respeto, no discursos; autonomía, no tutores; y soluciones, no provocadores…Sigame en X como @Visionpolitica7