Visión Política
El autoengaño del acarreo
Por: Fernando Cruz López
Llenar un auditorio con más de diez mil personas no significa, ni de lejos, tener el respaldo popular. En Oaxaca, los recientes “informes” de los senadores morenistas, fueron más una demostración de manipulación popular que de liderazgo, más un ejercicio de acarreo que de auténtico apoyo ciudadano. No nos engañemos: los camiones, las listas de asistencia y las tortas reemplazaron a la convicción y la esperanza.
Lo más irónico es que quienes hoy presumen multitudes son los mismos que ayer condenaban con furia esas prácticas. Criticaban al viejo PRI por movilizar a la gente a cambio de favores, pero ahora repiten el patrón con el mismo descaro, usando recursos públicos, estructuras clientelares y promesas disfrazadas de “gestión”. El acarreo que tanto detestaban lo adoptaron con entusiasmo, demostrando que el poder, una vez que se saborea, también anestesia la conciencia.
El ciudadano de a pie lo sabe. La gente va porque la invitan, porque les “pasan lista”, porque les ofrecen transporte o porque “hay que cumplir”. No van por convicción ni por admiración; van por obligación, por miedo a perder el apoyo o simplemente por curiosidad. Pero los organizadores, cegados por su propio espejismo, miran las fotos del evento y se autoconvencen de que el pueblo los ama. No entienden que la asistencia forzada no equivale a aprobación, ni que un auditorio lleno no sustituye una conciencia despierta.
El autoengaño político es peligroso. Hace creer a los gobernantes que todo marcha bien, mientras la gente murmura descontento en las propias oficinas de gobierno. Es la ilusión de la multitud controlada, donde el aplauso se confunde con respaldo, y la coreografía con convicción. Pero tarde o temprano, las luces se apagan, los camiones se van, y el eco del auditorio vacío revela la verdad: no hay liderazgo genuino, solo una maquinaria desgastada repitiendo los vicios del pasado.
Oaxaca no necesita líderes que llenen auditorios, sino conciencias que llenen de esperanza. El verdadero respaldo no se mide en asistentes, sino en confianza. Y esa, aunque la presuman con fotos multitudinarias, no se compra, ni se acarrean: se gana con hechos, coherencia y respeto al pueblo… Sígame en X como @visionpolitica7