Visión Política / La 4T y el espejismo del cambio / Por: Fernando Cruz López

Visión Política / La 4T y el espejismo del cambio / Por: Fernando Cruz López
Visión Política
La 4T y el espejismo del cambio
Por: Fernando Cruz López


Cuando la autodenominada Cuarta Transformación irrumpió en la escena política, lo hizo con un mensaje que caló hondo en la ciudadanía: “No somos iguales”. Se presentaban como los herederos de una nueva era, como los justicieros que pondrían fin a los privilegios, la corrupción y los abusos que marcaron a los gobiernos anteriores.
Seis años después, la realidad ha demostrado que, lejos de romper con las viejas prácticas, muchos de sus funcionarios las han perfeccionado. 

El discurso de austeridad republicana se diluye cuando se asoma la vida privada de quienes lo enarbolan: residencias que no se explican con el sueldo público, viajes en primera clase, escoltas y camionetas blindadas, comidas y cenas con aquellos empresarios a los que antes llamaban “la mafia del poder”.


El doble discurso es la moneda de cambio. Frente a las cámaras, se autoproclaman guardianes de la honestidad y enemigos de la corrupción; en lo oscurito, protegen a los suyos, minimizan escándalos que en otro tiempo habrían causado renuncias inmediatas y convierten la “transformación” en una retórica útil para encubrir abusos.


La doble vida es aún más grave: mientras exigen sacrificios a la población, ellos se blindan de la precariedad que dicen combatir. El pueblo que creyó en un cambio real se enfrenta ahora a un espejo incómodo: los que juraron ser distintos resultaron iguales… o peores.


La diferencia con el pasado es que ahora, la bandera de la honestidad sirve como escudo político, y la narrativa del cambio funciona como cortina de humo. El daño no es únicamente a las arcas públicas, sino a la confianza de un país que depositó su esperanza en la promesa de un gobierno distinto.


La pregunta es inevitable: ¿cómo se recupera la credibilidad cuando los que prometieron limpiar la casa terminan manchando más el piso? México necesita más que discursos: necesita gobernantes que vivan como predican, porque en política, como en la vida, el ejemplo no se decreta… se da.

Categoría

Etiquetas