
Expolición
Dos gobiernos
Amado Sanmartín Hernández
No es necesario saber quién lo dijo primero ni cuando, pero la clase política mexicana es considerada como una de las mas corruptas del mundo, lo que imposibilita un ejercicio democrático que genere desarrollo, cambios sustanciales, que combatan las desigualdades sociales y haga realidad las aspiraciones de paz de una población sujeta a los abusos del poder y de la delincuencia. Para no irse hasta el big bang, la perversidad política inició su saqueo de nación a partir de que empezó a ser revolucionaria y “tricorleone” con un partido hegemónico que se mantuvo en el poder por casi noventa años, suficientes para dejar en ruinas al país como lo hicieron los colonizadores que arribaron hace más de cinco siglos, a tal grado que hasta estos momentos México no ha podido levantarse de sus ruinas, y menos con discursos estrambóticos y chovinistas. No han sido suficientes las alternancias en el gobierno federal para ver siquiera la luz al final del túnel, pues con una administración morenista parece que son dos gobiernos los que detentan el poder en México: el elegido por los ciudadanos y el de facto, coludido con el régimen. Los morenistas no quieren advertir o se hacen, que a su lado llevan como aliados o cómplices, como brazos ejecutores para disuadir cualquier brote de inconformidad y reclamos de una población, sobre la que pende la espada de Damocles, representada por la misma autoridad y el hampa. Esta simbiosis es tan clara en el saqueo de combustibles, huachicol fiscal en el que están involucrados notables izquierdistas del régimen con la delincuencia organizada y con tal fuerza de poder que ya corrompieron a la Marina, considerada la institución mas confiable. Así, en este gobierno de izquierdistas, ya nada queda limpio. Una manchita mas en la piel del tigre ni se nota, en este México corrupto, que según la Suave Patria de Ramón López Velarde, el petróleo fue una herencia del diablo…
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SIN duda que la desaparición de los 43 muchachos de la Normal de Ayotzinapa, es el resultado de la perversa simbiosis entre el Estado y la delincuencia organizada, lo que explica que después de once años, que se cumplen este 26 de septiembre, no haya ningún resultado que determine con claridad la aparición con vida o de sus restos, que son buscados por sus padres y seres queridos cavando la tierra por todas partes. Muchos de ellos han sido silenciados para apagar sus voces y reclamos cuyos ecos nunca dejarán de escucharse hasta encontrar la justicia en sus caminos y la aplicación de la ley a los autores de estos hechos execrables. Y cuando se habla de responsables, la referencia alcanza a la misma presidenta de la República, como parte fundamental de ese Estado, que con soldados del Ejército, participó en la desaparición de los 43 normalistas. Mientras no sean encontrados vivos o muertos, el principal sospechoso sigue siendo el Estado, en complicidad con la delincuencia organizada.
Esa podría ser “la verdad histórica”, el ocultamiento de un crimen de Estado, que nunca permitirá aclarar estos hechos y mucho menos que se trastoquen figuras preeminentes en el poder.
En once años no ha habido claridad para establecer el paradero de los 43 infortunados estudiantes, ni siquiera se han encontrado rastros donde hubieran sido clandestinamente enterrados.
El Ejército no permitió a una organización investigadora independiente la revisión de sus cuarteles a donde se presume, los normalistas fueron conducidos la noche del 26 de septiembre de 1914.
En Iguala, Guerrero fueron sorprendidos en autobuses que habían secuestrado. Este día 26, madres, familiares, estudiantes y organizaciones sociales, acudieron al Palacio Nacional para exigir justicia para los desaparecidos, en momentos en que se da a conocer que en el país en tres años ha habido 131,654 desapariciones forzadas. Hasta hoy, el eco de las voces de reclamo por la desaparición de los 43 normalistas, como decía Carlos Fuentes ha sido “una voz bajo del agua”.
So long.