La política desde lejos / Ernesto Reyes

La política desde lejos / Ernesto Reyes

ERNESTO REYES



Amanecer en Tuxtepec con un sol radiante, después de una lluvia de septiembre, es aire fresco para la memoria.

Observar la dinámica comercial y el intenso  ritmo de sus habitantes permite comprobar que el mundo  globalizado no siempre da resultados para todos. La ciudad está llena de marcas comerciales con nombres  chinos, paisaje que contrasta con agencias y colonias pobres con carencias económicas fundamentales, como el empleo, que expulsan a personas a buscar mejores formas de subsistencia.


El auge, qué alguna vez tuvo una de las ciudades más prósperas de la cuenca del Papaloapan, dejó visiblemente contaminado el  río que se va agravando conforme recorre el estado de Veracruz. Solo el recuerdo de los mayores evoca la tragedia  de 1944 cuando la gran inundación ocasionó el primer éxodo de estas tierras. 

Una cruz en el punto conocido como paso real, desde donde se divisa la tradicional chalupa, “ Claudia  Ofelia”, me trae el recuerdo de la niña María Antonia que se salvó de la gran avalancha de agua en la loma del Castillo. 

De entonces hacia acá una legión de nuevos ricos se apoderó de la región en feliz  amasiato con la política del PRI. Muy parecido a lo de ahora, en  que quienes hacen política  se transmutaron en color guinda con los mismos o peores resultados. Del modo de operar  de los priistas han hecho copia. 

Demagogia, verborrea y simulación, pero acaso más corruptos. Y todavía quieren guindas, verdes y rojos que el próximo gobernador o gobernadora salga de estas tierras. El único de por acá, reconocido y recordado como buen gobernante, es el doctor Víctor Bravo Ahuja. 

Cierto que los programas federales bienestar mejoran la vida de los cuenqueños y ahora, con el nuevo hospital, tendrán mejores oportunidades de salud. 

Pero aún con todo, los problemas del subdesarrollo social están presentes. La política la ven muy lejos, solo cuando algún vivillo o vivilla les hace promesas que nunca va a cumplir, para que voten. 

Por ello este  uno de septiembre el primer informe presidencial lo vieron pasar, sin destinarle demasiada atención, ocupados en sus asuntos domésticos.


 Igual el relevo de poderes en la Suprema Corte de Justicia de la Nación donde un indígena mixteco se distinguió en formular promesas que esperemos  las cumpla como combatir la gran corrupción, los altos sueldos y privilegios, así como la venta de la justicia al mejor postor. “Que sea”, dijera el campesino. La comparación que algunos hacen de la nueva Corte,  con la gestión de Benito Juárez en el convulsionando siglo XIX, es exagerada.


 La gente desea resultados. Y pronto. No vaya a terminar en un fiasco primaveral. Hugo Aguilar, quisiera creer, hará honor a sus convicciones y recuperar la dignidad que requiere uno de los Tres Poderes de la Unión. 

El primer compromiso no enunciado, pero que demanda la gente, es no llevar a nadie de la familita a cargos auxiliares ni colocar al paisanaje, sino privilegiar el conocimiento y capacidad jurídicas. 

Ya no es necesario otro emperador serrano, con uno basta. Compararlo con el Benemérito ningún favor le hace. 

Es desconocer la trayectoria del gigante zapoteca de la Reforma. Es una feliz coincidencia que sea el segundo indígena en acceder al cargo, y haber sido dotado de la voluntad popular. Pero nada más. 

El bastón de mando, entregado por las comunidades, lo obliga moralmente al cumplimiento de los anhelos de justicia de los de abajo. 

Pero que no se trivialice este simbolismo, como en Oaxaca, donde un gobernante con todo y vara de mando llegó a hacer exactamente lo contrario de lo que juró públicamente y ante la Constitución, al igual que los postulados éticos del movimiento, como no robar, no mentir y no traicionar. 

Los resultados en esta nueva época en materia de justicia pronto se han de ver, para lo cual no se requieren multitudes apoyándolo, sino dejar al ministro presidente que tome el timón en sus manos, en un proceso que acaso no le alcance durante los dos años que estará al frente. 

Barrer de arriba hacia abajo la estela de corrupción dejada por Norma Piña hallará resistencias de quienes durante dos meses paralizaron a este poder para que no les quitaran sus privilegios. Los piñistas están allí y son sindicalizados. Un gran reto. 

El aire fresco que entró por la puerta grande a la Suprema, dejó un poco en segundo término la rendición de cuentas de la primera mujer presidenta, quien en su esmerada aplicación enumeró  avances alcanzados en medio de varias tormentas como la proveniente del país del norte. 

A la medianoche del lunes el principal objetivo estaba consumado. 

El poder completo en manos de una corriente política que avanza, mientras la oposición, negando la realidad, ve cómo el pueblo pasa sobre su triste cadáver.

El 23 de septiembre de 1944 la corriente del Papaloapan trajo destrucción y muerte. Una inscripción recuerda el amargo episodio tuxtepecano y su renacimiento: ”¿ Qué harán mis muertos en medio del agua? ¿A dónde iremos en medio de esta tormenta, en medio del aguacero verde, del verde acero del agua? Verás cómo mañana o pasado, el mes que entra, la tierra se llena de retoños. Sobreviviremos a la noche y la tormenta”. 
@ernestoreyes14

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