
Resplandor del Istmo
ERNESTO REYES
Uno de los espectáculos imperdibles, en el marco de las fiestas de guelaguetza, se acaba de vivir esta semana en el teatro “Macedonio Alcalá” durante las dos presentaciones de “Resplandor del Istmo”, compendio histórico de danza, música y poesía que cuenta la evolución del traje de la mujer del Istmo de Tehuantepec, desde tiempos remotos hasta la actualidad.
Resultado de un proyecto nacido en el año 1991, la maestra Patricia López Hernández presentó las diversas etapas en que ha transitado la vestimenta tradicional a través de una variedad de huipiles, enaguas bordadas y tocados con que la mujer se engalana, según la ocasión para atender, además del vestido del diario, compromisos sociales como velas, bodas y velorios.
Colorida variedad que no tiene parangón en ninguna región indígena de México, dada la fastuosidad con que las prendas se ajustan en el cuerpo de mujeres altivas y bellas, acompañadas de costosa joyería que las mujeres van acumulando como resultado de un esfuerzo personal y familiar que traspasa generaciones.
De la colección de la familia López Hernández, además de las propias participantes, la gente pudo admirar trajes que provienen de finales del 19 e inicios del siglo 20, cuando a raíz de la apertura del puerto de Salina Cruz y el ferrocarril del istmo, se fueron añadiendo elementos novedosos en el vestido tradicional como telas, diseños y bordados que poco a poco han ido transformando la presencia de la mujer istmeña.
El traje del hombre ha sufrido pocos cambios debido a su sencillez, salvo la manta que ha perdido vigencia. Hoy, los caballeros acuden a las fiestas con blanca guayabera moderna, pantalón negro, paliacate rojo y huarache, sin faltar el sombrero “charro del 24”.
“Resplandor del Istmo” contó con la participación de un conjunto de 40 personas, entre hombres, mujeres y niños, además de las voces narrativas de Citlalli Labastida y Vidal Ramírez, quienes fueron contando las diferentes facetas del atuendo tradicional con sus particularidades en cuanto a confección, bordado y modernos diseños, como el de la cadenilla, símbolo de identidad de la mujer actual.
El sentimiento se apoderó del auditorio nada más escuchar poemas de Gabriel López Chiñas, Andrés Henestrosa y Gustavo López, acompañando la ejecución de sones tradicionales y canciones regionales, la Banda del sur, el grupo de música tradicional Pitu Nisiaba (flauta de carrizo, tambor prehispánico, caparazón de tortuga y tambora), combinadas con las voces, en español y zapoteco, de los hermanos Gustavo y Enrique Guajiro López, y Paulina Tenorio Fuerte.
En siete cuadros se explicó la manera en que ha transcurrido la vida de la mujer istmeña, tanto en lo cotidiano como en diversas celebraciones: casamientos, periodos de luto y fiestas grandes como las velas. En la coreografía se invitó a participar a hijos e hijas de familias istmeñas radicadas en Oaxaca de Juárez.
De prosapia juchiteca e integrante de una familia de artistas, la maestra Paty López no ha cejado en su empeño de dar continuidad a la enseñanza y difusión de la música, bailes y cultura de su tierra natal.
Esto a pesar de las dificultades que ha tenido que enfrentar para convencer a las autoridades del valor que significa integrar esta muestra representativa de la indumentaria regional en las fiestas de guelaguetza a fin de que no solo los visitantes, sino los habitantes de nuestro propio estado reconozcan como suya una forma de vida y el orgullo del ser zapoteco: herederos de una cultura milenaria desarrollada en la parte más angosta de la República Mexicana.
En tiempos en que la comercialización de la guelaguetza ha degenerado en pseudo espectáculos populares con la contratación de vedettes de ínfima categoría, “Resplandor del Istmo” es muestra de lo que de manera profesional se puede concebir a fin de mostrar la riqueza cultural no sólo folclórica de nuestros pueblos y regiones.
Emocionados vítores al Istmo, a Juchitán de Zaragoza, a Oaxaca, a la Guelaguetza de los Lunes del Cerro, y a todos los pueblos que confluyen en esta capital, sellaron esta actividad cultural que fue más allá de la simple exhibición de la cuidada colección de trajes de la mujer istmeña.
@ernestoreyes14
(fotos de Manuel Martínez).