Visión Política
Planes para un país sin paz
Por: Fernando Cruz López .
México arde. Michoacán grita. Y la respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum es un nuevo plan, otro documento lleno de buenas intenciones, frases poéticas y promesas de transformación. Lo ha llamado “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, una iniciativa que, según dijo, busca combatir la violencia con cultura, educación y desarrollo social. Pero el país ya no tiene paciencia para los discursos dulces ni para los planes que solo existen en el papel.
La realidad es brutal: Michoacán se desangra. Las carreteras están tomadas por grupos criminales, los municipios se gobiernan desde las sombras y los ciudadanos viven con miedo. Mientras tanto, desde Palacio Nacional se habla de talleres, proyectos artísticos y mesas de diálogo. La tragedia se enfrenta con pinceles y canciones. Pero los criminales no se conmueven con murales ni con poesía; se fortalecen ante la pasividad de un gobierno que se niega a llamar las cosas por su nombre: México está sumido en una guerra no declarada.
El “Plan Michoacán” es el retrato de un gobierno que le teme al conflicto, pero no al fracaso. Un gobierno que confunde pacifismo con debilidad. No se trata de llenar de soldados las calles, sino de aplicar justicia. Y justicia no es repartir abrazos, sino hacer valer la ley. México no necesita más mesas de diálogo, necesita prisiones llenas de políticos corruptos y gobernadores cómplices. ¿Por qué una mujer que roba jamoncillos para alimentar a sus hijos termina encarcelada, mientras los que roban presupuestos, venden territorios y pactan con el crimen, siguen en el poder o paseando en sus curules?
La presidenta habla de un enfoque “humanista”. Pero el verdadero humanismo es proteger la vida de quienes cada día mueren en las calles, no el de los criminales a quienes se les perdona todo. El país no quiere más palabras suaves; quiere decisiones firmes. Quiere ver a los responsables del desastre, como Bedolla y Rocha, rindiendo cuentas, no participando en actos oficiales ni posando para la foto.
Michoacán no necesita un “plan”, necesita Estado. México no necesita más discursos, necesita justicia. Si el gobierno sigue administrando la violencia con abrazos y documentos, el país seguirá caminando entre velas, funerales y mentiras. La paz no se decreta: se construye con verdad, con castigo, con valor. Y hoy, a México le sobran planes… pero le falta justicia.