En México, estamos a las puertas de una nueva ola de partidos políticos que buscan obtener su registro para participar en las elecciones. Según la ley, estas agrupaciones deberán realizar 20 asambleas estatales con la asistencia de 3 mil personas cada una o 200 distritales en todo el país. Pero, ¿realmente necesitamos más partidos políticos en la vida electoral? ¿La democracia se mide por la cantidad de partidos o por la calidad de la participación ciudadana?
La pregunta es pertinente, especialmente cuando se observa que esos partidos surgirán con el objetivo de aprovecharse del presupuesto público o de vender su apoyo a cambio de beneficios personales o, quizá, la probable eliminación de las diputaciones y senadurías plurinominales ha llevado a algunos a buscar un camino para seguir viviendo del erario público.
La política convertida en negocio.
Pero, ¿qué hay detrás de la intención de constituirse en partido? ¿Es realmente un interés por servir al pueblo o se trata de un mero oportunismo? La respuesta es clara: muchos surgirán con el objetivo de aprovecharse del sistema y no para servir a la ciudadanía. Incluso, algunos miembros de MORENA que se dicen partidarios de la Cuarta Transformación están buscando formar sus propios partidos argumentando marginación dentro del referido instituto o, lo más grave, diciendo que hacerlo es una indicación de la presidenta del país. Esto es muestra de oportunismo de quienes han convertido a la política en un negocio y un modo de vida, no de servicio. También muestra la falta de unidad y coherencia dentro del partido y de la necesidad de una verdadera organización y movilización popular.
La democracia del pueblo.
La democracia no se reduce a un mero procedimiento electoral. Según el artículo tercero constitucional, la democracia es un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Es decir, se trata de mejorar constantemente el nivel de vida de las mexicanas y los mexicanos.
En este sentido, la existencia de muchos o pocos partidos no es sinónimo de democracia. Lo que se necesita es devolverle al pueblo su soberanía para que solo en él, y en nadie más, recaiga esta.
La tarea ineludible.
Es momento de organizarnos para fortalecer la Cuarta Transformación como aspiración histórica del pueblo y no para seguir fragmentándonos en partidos que solo buscan su propio beneficio.
La pregunta es, ¿qué vamos a hacer al respecto? ¿Vamos a seguir permitiendo que la democracia se reduzca a un juego de partidos o vamos a tomar el control de nuestro destino y construir una verdadera democracia participativa? La respuesta es nuestra.
Pa lante siempre.