Colombia, Venezuela y México: El "Triangulo del Narco-Poder."

Colombia,  Venezuela y México: El "Triangulo del Narco-Poder."

Colombia produce la cocaína, Venezuela la traslada hacia México quien, a su vez, la introduce en Estados Unidos.


Es decir, estos tres países latinoamericanos constituyen un triángulo de "narco-poder" y, en consecuencia, hay que atacarlos de diferentes maneras, incluida la militar. 
Esta es la narrativa que construye el gobierno imperialista de los Estados Unidos para justificar sus acciones intervencionistas en la vida interna de los países de América Latina que no se supeditan a sus órdenes. Claro que le faltó un elemento para terminar la cadena; ¿Quién la distribuye al interior de los Estados Unidos? La respuesta es única: Pues los carteles "gringos".

Y aunque el gobierno norteamericano quisiera ocultarlo, eso quedó demostrado con el trabajo de investigación del periodista  Seth Harp quien evidenció la existencia del cártel de Fort Bragg en EE. UU. Seth Harp es un veterano de la guerra de Irak y autor del libro "The Fort Bragg Cartel", que revela una red de narcotráfico y corrupción dentro de las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos en Fort Bragg, Carolina del Norte.

Con esa evidencia irrefutable se cae el discurso de la lucha contra el narcotráfico y se ponen al descubierto  las verdaderas intenciones del gobierno monopolista de la Unión Americana, quien tiene como insano propósito el de apoderarse del poder de países que le son importantes, tanto por su posición geopolítica estratégica como por los recursos naturales que poseen.

Y es que, de manera coincidente, Colombia, con su presidente Gustavo Petro, Venezuela con Nicolás Maduro Moros y, México, con Claudia Sheinbaum Pardo, son países que desarrollan una política exterior e interior de manera soberana, sin sujetarse a pie juntillas a las órdenes del imperio, representado por Donald Trump como presidente. Por eso los ataques abiertos o velados en contra de ellos

Y desde luego, como ya no estamos en la época de las dictaduras fascistoides de hace décadas, impuestas por los Estados Unidos a través de la fatídica CIA, ahora pretende, mediante acciones contra insurgentes, restar apoyo popular a los gobiernos mencionados para que, mediante la actuación de traidores a sus pueblos, quite del poder con "acciones democráticas" a quienes no le son afines.

En esa narrativa del narco-poder se montan los sectores de la derecha convencida y de la manipulada; pero también sectores populares que no van más allá de la primera impresión que les genera la información. Inclusive, también caen algunos que se dicen de izquierda revolucionaria y que luchan por algo que no debería manejarse de forma tan ligera: la dictadura del proletariado.

Ante este escenario es necesario ubicar la intención de control que subyace en la narrativa de narco-poder que trata de afianzarse en la opinión pública, sin que esto signifique cerrar los ojos y no percatarse de la probable  existencia de elementos que posiblemente estén ligados al crimen organizado e incrustados en la vida política o la administración pública de los tres niveles de gobierno; sin embargo, esto no determina el ejercicio del poder, ni el proyecto transformador nacional.

Por esta razón, perder el bosque por ver un árbol, es darle la razón al imperio y colocarnos de su lado, constituyendo actos de traición a la lucha del pueblos por transformar para bien la vida nacional. En las difíciles condiciones de lucha por sacudirse el control del gobierno de los EEUU, es prácticamente imposible que no se incrusten elementos indeseables en las estructuras de poder y/o de la administración pública, y hay qué erradicarlos; pero eso no debe aniquilar nuestro decisión de seguir en la transformación de México.

Pa lante siempre.

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